LA POESÍA ESTÁ EN MI RETINA Y EN MI CORAZÓN: UVEL VÁZQUEZ


Por Enrique Hidalgo Mellanes
mellanes509@hotmail.com



Una tarde de agosto, allá en el municipio de Villacorzo, entrevisté al poeta Uvel Vázquez, egresado de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas (UNACH) y autor del libro "Paradigmas de un mismo paisaje" que obtuviera el Premio Sureste de Poesía Roberto López Moreno 2008 y fuera editado por el Instituto Politécnico Nacional. Yo tomaba café con pan y Uvel era poseído por las energías de la poesía. Este es el corazón cantor del poeta.

¿Qué te asombra de la vida como para escribir poesía?
La soledad, el desamparo, la orfandad, la belleza de la naturaleza, esos hermosos paisajes de nuestro estado de Chiapas tan llenos de vida y de grandes sueños, como los lagos, los mares, los seres unicelulares, el pozol, la esperanza de la tinajas; mi madre con su ropa tendida en los corrales y mis hermanos tan lejos de mi, tan allá, del otro lado de los sueños. No sé por qué, amigo Enrique, sueño el mismo sueño, me refiero a mis hermanos, sueño que somos niños y que estamos juntos, viviendo en la misma casa de adobe, comiendo en pedazo de madera, comiendo frijol y tortillas hechas a mano, de esas tortillas matamarido, arreando a las gallinas hambrientas. Esa es una puerta que me jala para escribir, la familia es un hilo que no lo he soltado del todo. Desde mi primer libro, hablo de las figuras materna y paterna. Considero, que es eso que me seduce a escribir.

¿Quiénes son tus poetas favoritos y tus lecturas preferidas?
Vicente Huidobro, César Vallejo y Efraín Bartolomé. Mis lecturas la Biblia, el Ulises, Rulfo, Arreola, García Márquez, etc.

Percibo en tu poética diversos momentos de contemplación y sensualidad ¿estoy en lo correcto?
Amigo de mi alma Enrique Hidalgo, eres un visionario. Mi vida está hecha de soledad, de fracasos, de golpes duros, de caer al fango, de sobrevivir como la serpiente, de salir de la terrible claridad de la mentira. Tú como poeta, lo sabes los difíciles momentos que pasamos los artistas, estamos abandonados, solos, solos. Desde que se acabaron los mecenas, andamos por ahí tratando de vivir como se pueda, estamos tan amolados como los campesinos como los obreros. No culpo a nadie, porque nadie tiene la culpa. Nosotros tenemos la culpa porque soñamos con plasmar todo el sufrimiento de la comedia de la vida. El artista tiene que sufrir para merecer algún día algún reconocimiento. Eso es indudable. Así que nadie culpe a nadie de su decisión porque ser un gran contemplador de la naturaleza, de la belleza de una mujer, de un lago, de un cielo, de un mar, de la santa tierra. Todos los artistas han sufrido con gusto a su destino. Porque, en verdad te digo amigo Mellanes, amigo de tantos años y de tantas luchas, tantos recitales, de tantas cervezas, que todo lo que hacemos, lo realizamos con gusto, con el único fin de que lo que escribimos le sirva a otros sin culpar a nadie. La poesía es de nadie y es de todos. Celebro el hecho grandioso amigo, de estar en este hermoso camino del arte, luchando en equipo para los demás amigos que nos hallen, que nos acompañan en nuestros sueños y fracasos.

Ganaste el premio del sureste de poesía Roberto López Moreno. Platícame. ¿Cómo construiste el poemario Paradigmas de un mismo viaje?
Me gusta visitar Chiapa de Corzo, no sé por qué. Pero a Chiapa de Corzo le tengo un cariño enorme, tal vez porque ahí estudié mi primer año de secundaria en la famosa Primero de marzo del maestro Cínar Domínguez; tal vez porque de ahí es mi maestro Guillermo Humberto Grajales, que me enseñó retórica y me dio consejos para la vida; tal vez porque de ahí es mi gran amigo Paco Serrano. En una visita a mi Chiapa de Corzo me enteré de la convocatoria del premio, ya faltaban tres días para que se cerrara. Me animaron mi mujer y mi hija. Por la noche terminé de escribir el último poema para cerrar el poemario y pum; al día siguiente lo envío. Me olvide hasta del día que darían el resultado. Fue una bonita sorpresa. Cuando llegué de la chamba, y me dijo: habló la poeta Socorro Treja Sirvent para comunicarte que eres el ganador del Premio Sureste de Poesía Roberto López Moreno. Amigo, Enrique, amigo, sabes lo que hice, lo primero que se me ocurrió fue ir por un cartoncito de cerveza y empinar el codo. Ya medio alegre abracé muchas veces a mi vieja. Lloré. Lloré. Se lo comuniqué emocionado a mi hermano del alma Hernán León Velasco. Ya ves que el Dr. es promotor cultural nato, es a todo dar, somos amigos desde 1980. Igual con Coco Trejo, Margarita Alegría, contigo Enrique, con muchos compas. Me siento feliz cada día se lo agradezco a Dios, el haberme dado este premio. Me siento emocionado todavía.

¿Qué recuerdas del lugar en donde naciste? ¿Qué hay de este lugar en tu poética?
Es mi ombligo, es mi constante regreso al seno materno, es mi constante regreso a lo mismo, no salgo de Jiquipilas. Recuerdo mis pies descalzos sobre la arena caliente de la colonia Quintana. Me miro con mis pantalones remendados, con mi camisa blanca y mi sombrerito, colgando de mi pequeño hombro el morral, el pumpo y el machete.

Desde muy niño entré en la chamba. Desde los 6 años, ayudaba a mi papá que era cabrón. Me pegaba mucho con lo que encontrara. Me enseñó a ser lo que soy, a ser bueno, a no molestar a los demás compas. Con él aprendí a rimar, el decía guarumbo rima con tumbo, maluco con desnuco, tomate con amate, pobreza rima con tristeza... y luego se ponía inventar historias de la vaca, de la iguana, de la cocha enfrenada, de la tichanila, del duende, de la mariposa, de la tía lecha, de la redora. En ese tiempo no había televisión en mi pueblo. Escuchábamos las peleas de box por la radio y nos cobraban. En esa época había muy poca gente de Quintana que tenía radio. Tenían los caciques. Ellos nos cobraban un peso por peludo. Era como un cine pequeño. Era todo dar. Nos divertíamos con Mantequilla Nápoles y con tanto. No olvido a mi pueblo donde nací, lo tengo detenido en mi retina, que a veces se vuelve liquida. No sé si en Jiquipilas sepan que escribo y que compongo canciones. La verdad no me interesa que lo sepan. Lo que escribo, lo hago para todos mis amigos y también para mis enemigos, que yo considero que no tengo. O dime tú, amigo Enrique, consideras que yo tengo enemigos por escribir cuento, poesía y componer canciones. Yo no lo creo porque yo no creo ofender alguien con mis textos.