POÉTICA DE LAS EMOCIONES.

Por Enrique Hidalgo Mellanes


El poeta se sienta sobre una piedra. Mira sus manos y sonríe. El poeta percibe el olor de la tierra. Mira la tierra de sus ancestros, de los padres- madres, los señores de las montañas y de los espíritus de la tierra. Él sabe que en esta tierra en donde ahora se siente alegre, será enterrado.

Alberto Gómez Pérez, poeta tsotsil eleva su rostro y ahí, frente a su persona, están las montañas. Ahí están los danzantes. Ahí están los niños cubiertos de lodo, vestidos con un pequeño taparrabo. El más grande de los infantes lleva un tambor; otro toca una flauta. Las chuchinas, los espíritus del inframundo están arriba, en la tierra. El poeta contempla. Contempla el aroma de los árboles.

La contemplación se construye desde las emociones de quien se ha ido y retorna. Hacia donde uno vaya siempre llevaremos a cuestas una parte de los orígenes. La emoción es ese momento en que ambos, Alberto se ha ido y ha regresado a la comunidad, a su tierra, a Huitiupán, Chiapas. El contacto con la ciudad le ha hecho pensar en sus ancestros.

Miro hacia la tierra, hacia su casa. Y su casa es un centro de ceremonias en donde él escuchó la voz de su corazón. ¿Qué es el corazón? El corazón es ese espacio en donde se ubican todas las vivencias pero también las palabras de quienes hemos compartido parte de nuestras vidas y hemos anticipado de nuestras emociones para la vida y muerte.

El sueño, me dijo Alberto, es una revelación en donde se le han presentado sus amigos quienes iban a los ríos y encontraban piedritas con formas de hombres y animales extraños. Dicen que un día encontraron una estrella a punto de extinguirse.

Adriana del Carmen López Santis, poeta tseltal, en el año 2003 fue ganadora del concurso Pat´otan (Canto al corazón) con el poemario Palabras tejidas, le pregunté: “En la poesía que escriben ustedes siempre está la mirada de las comunidades ¿por qué es importante la comunidad, la unión de los indígenas?”. Ella respondió: “La comunidad y la familia forman parte importante para escribir una poesía indígena, ya que es donde se encuentra la transmisión de la sabiduría y encontrar una explicación a las cosas que parecen inexplicables, donde se sabe lo que los demás no saben hasta llegar a escribir por y para la comunidad en donde se encuentra también la familia que forma una cultura.” El saberse acompañado es otro nivel de las emociones que se comparte en la poesía escrita por indígenas como es el caso de Alberto Gómez Pérez.

El poeta.

La poética de la emociones aborda la mirada y el descubrimiento del origen de un poeta tsotsil, Alberto Gómez Pérez, autor de Palabras para los dioses y el mundo (Col. Letras Mayas Contemporáneas, INI, 1996), Que no se apague el sol (Coneculta- CELALI, 1997) y Llanto del tiempo (CONECULTA- CELALI, 1998).

El contacto inmediato, la vivencialidad y el testimonio, percibo, construyen la poética de las emociones de Gómez Pérez. En el libro Que no se apague el sol (Ak´o mu xtup sat le jt sat le jtotike) escribe Alberto “en este volumen no solo encierra mi pensamiento, sino las palabras sabias de mi abuela, de mis padres, mis compadres Pedro Núñez y Francisca, en quienes aún pervive en su mente y corazón la sabiduría de nuestros pueblos”

Que no se apague el sol recoge los valores y muestra las formas con que los ancestros tsotsiles respetan y rezan al Señor del cielo, a la sagrada tierra, a los rayos, a los cerros, a los santos patronos de casa, del pueblo, quienes cuidan y protegen a la humanidad. Cómo curaban el espanto, de cómo se encontraban a los espíritus extraviados y la forma de cantar de los indígenas. El sol es la palabra. El sol es este corazón que canta y sonríe.

Las emociones están centradas en determinados grupos que comparten miradas y vivencias. Las emociones están en esos momentos, en esos instantes de comunión. Las emociones de Gómez Pérez parecieran ser individualistas. Sin embargo, él es depositario de la cultura, la oralidad, la plegaria y el canto de su comunidad. Aquí hay un proceso interesante de comunicar la vivencialidad particular del indígena tsotsil. Digamos, es una versión de la diversidad de emociones al interior de la vida y el paradigma indígena de un grupo de Chiapas.

Los textos.

Los siguientes textos Posol para una mujer mayordomo, Para fermentar el alimento, Tamalitos de frijol para los difuntos y La madre en la casa, son ejemplos de sensibilidad en el encuentro con la palabra florida, el llamado del corazón y las danzas de las palabras de los mayores pero también es el hallazgo de las identidades colectiva e individual. Las emociones poéticas son reconocimientos de esos misterios que muestran como una estrella en la palma de mano. El poeta Alberto Gómez Pérez, ya lo escribí, nació en Hiutiupán, Chiapas. Este es su testimonio emocionado.


Posol para una mujer mayordomo
Alberto Gómez Pérez

Aquí estoy probando.
Aquí estoy trayendo tu alimento.
Sagrada madre
Sagrada incensaria,
Una jícara de posol para ti,
Un trago de posol.


Para fermentar la bebida
Alberto Gómez Pérez

Todo está compuesto
En mis manos pasa
Para la bebida.
La raíz del nanche
Y la flor blanca.
Yo soy el primero en probar.
Yo lo curo para que se agrie.
Yo lo velo por el fuego lento.
Yo la pongo a hervir.
Yo hiervo la bebida.
Yo soy el primero el primero en probar.
Yo lo meneo a cada rato.
Yo le revuelvo todo.
Yo lo veo cuántos litros sale.
Y le pongo picante para que sea mejor.
Chile verde,
Que pueda emborracharnos.


Tamalitos de frijol para los difuntos
Alberto Gómez Pérez

Ahora miren padres y madres.
Miren mis amados visitantes
Que me visitan.
Coman unos cuantos
Tamalitos de frijol.
De dos en dos están los tamalitos.
Envueltos con hojas del uanchuch
Algunos vienen de tres en tres.

Gracias al creador
Que me encontraron aquí.

Coman bien
Porque es largo el retorno,
Porque es largo el viaje.
Coman ahora.
Coman para viajar con fuerzas.


La madre en la casa
Alberto Gómez Pérez

La madre
Desgrana el maíz,
Los arrulla,
Los envuelve con su chal:
Su rebozo
Procura sombra al maíz.
Ella sonríe a los granos
Que acechan desde el morral
Los coloca en los surcos.


*Texto leído en el Congreso Internacional de Poesía y Poética, organizado por la Maestría en Letras Mexicanas de la BUAP en Puebla, Puebla. Noviembre del 2005.