Ricardo Cuéllar Valencia
El corazón almacena ruinas y frescos olores,
Turbión de la sed extasiada
En el filo de la rosa o la roca
En el borde de la ola fulminante
O la raíz madura
Somos ecos del universo deshaciéndose
Plegarias, saltos y sobresaltos
Entre todas las bellezas del día
Los rumores alterados de las noches
Que silban al oído del caminante
Eres esplendida, música de la sangre
Desbordada, desbordante, devoradora,
Miel hirviendo en los sentidos,
Gacela de los músculos mascullando
En el fluir de los huesos trepidantes
Tu belleza inventa las luces que no veo
En la pagana vida diaria
Así se erige la verdad poseedora
Fluvial, tersa y alucinada
De los estados del ser siendo
Desde esa aventura sin par
De un encuentro que sigue consumiéndose
Entre los aleros del asombro
Con su manantial festivo
De la primera tarde indeleble,
Imperturbable, insumisa,
Tajante como un beso
Mordiendo la tierra,
Las sombras y el aire
Que consume la ciudad
Donde todo refugio
Es un asalto maravilloso
El joven Adán
Muerto
Sale de la mano de Abel
A repetir el encuentro con Eva
Vivimos en el Paraíso Perdido
Comiendo hasta la saciedad todos los frutos
De la sabiduría con una gula incontrolable
Bebemos variados vinos de frutas
Nos alimentan ensaladas afrodisíacas
Con raíces de sabia suavidad,
Los paisajes se agitan, desbordados encantos surgen
Entre las melenas del aire y la fascinación
Nada nos interrumpe
En el éxtasis de estar vivos celebrando la vida
Aquí, en el Paraíso que estamos inventando
Para volver a ser siendo insumisos
Todo se manifiesta y erige con su caudal
De sonidos y formas, naturalmente
Bebemos leche del Árbol de la Vida
Embriagados hasta el amanecer
Apenas con La Galatea encuentro el amor renovado
Te lo juro, sin más
No olvido las amantes amadas de Aquitania,
Leonora y María, sabias, rebeldes y guerreras
Ni las locas que humilladas no nombro, por dolor
Amo a la bella Beatriz de Dante,
A François Sagan, admirable y sabia,
Amante verdadera de Chopin,
La perturbadora Susset Godart, la celeste Diótima,
La dulce Sofía Von Khun
Y tantas otras que recuerda Baudelaire y Darío
Ni Flora, ni Isolda,
Si la sabía Celestina
El amor siempre está naciendo
Cortés o no
Pagano y sobre todo sagrado
Dice el poeta
De ti amo
Las caricias atrapadas
Fecundas
En las pieles inventándose
Que van al ser de la carne
Gloriosamente devastándose
En sus milagros
Perpetuamente renovados
Vivimos en el Paraíso Deseante
Inventado por el Deseo Real
De las Pasiones que nos hacen
Cómo no amar a Lou Salomé,
La sabía amante de Nietzsche, Freud y Rilke,
Creer en las cartas a Melisa y Guénica,
Las esquelas y pinturas a Leda Atómica,
O en a loca del amor, Nadkja, y otras
Sonoras musas de la vida poética
Tan sabias en el amor
Tan bellas en el amor
Tan lúcidas en el amor
Bella la lujuria
Del amor naciendo
En la increatividad de la guerra
Sabias ellas
Alimento fecundo de la vida naciendo
Así Leonora y Remedios
En medio de todas las trampas
Royendo sólo su sabiduría imperturbable
En ti amo a todas las mujeres
Entre todas las mujeres te amo a ti, solamente
Sin más, con todo lo decible e indecible
Mi amor real eres tú,
Beatriz Helena, tan perfectamente real
Como el sol y las pieles que hemos inventado,
Desolladlos, para volver a ser
Irremediablemente
Seguiremos siendo
En la ola de ser estando
Entre nuestros cuerpos
Sumergidos
En este abismo
Que es el amor
Te adora Odacir
Frente al cerro de Matukmatzá
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 12 de marzo de 2011.