TRES DESPEDIDAS PARA QUIENES LLEGARON A CHIAPAS


Por Enrique Hidalgo Mellanes

Cae la lluvia de la noche del día veinte de junio de 2010. Hoy es día  del padre. Hoy se le decimos “adiós” a Carlos Monsiváis (1938- 2010). Pero también se le adiós a José Saramago (1922- 2010) y a Carlos Montemayor (1947- 2010). Tres escritores vinculados a Chiapas y con quienes charlé brevemente en circunstancias extrañas. Con ninguno de los tres me tomé las fotos conmemorativas. Solo llevo en mi persona, los abrazos fraternos que yo les pedí.

*
En el año 2007, Carlos Monsiváis recibió Medalla Rosario Castellanos que otorga el Congreso del Estado de Chiapas. Ese día lo vi de lejos. Por mas que intenté llegar a él, los guardias de seguridad me lo impidieron.  Después, ahora recuerdo que en el 2008 una de las alumnas de la Lic. en lengua y literatura hispanoamericanas me dio la misión saber si Monsiváis olía a gato o bien tenía aroma de algún perfume caro. En ese año, él vino invitado al 2º Festival de Escritores Jaime Sabines a instancias de Coneculta y antes de su charla en el Teatro de la Ciudad lo busqué y me acerqué para saludarlo. Me miró a los ojos y dijo “¡Estás aquí! Me da gusto verte”. Le brillaban los ojos. Yo sentí bien raro. Atiné a responder “Si pué! Aquí estoy. Permítame darle un abrazo, doctor”. El se encogió tantito y le di, bueno, nos dimos un mega abrazo.
Foto: Osiris Aquino/CONECULTA CHIAPAS 

Cuando escribo este texto, Carlos Monsiváis a sus 72 años de edad fue incinerado en la Ciudad de México. Y como dijo Elena Ponioatowska ante el féretro en el INBA “¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?” 
*
Yo no estaba invitado a una reunión con José Saramago cuando él vino a Chiapas. Simplemente el destino me llevó a San Cristóbal y a Chenahló en el 1998. El 14 de marzo de ese año, Saramago llegó a Chiapas acompañado de Carlos Monsiváis y Juan Bañuelos.

En San Cristóbal vi que iban  caminando un grupo de gente junto a los ya mencionados. Vi en que hotel se quedaron.Y como los antiguos cazadores esperé por unas horas que el contingente se fuera. Saramago, Monsiváis y Bañuelos tenían que cenar. Así que me hice el aparecido en el restaurante de ese hotel. Ahí estaban los tres con otros acompañantes. Saludé a Juan Bañuelos con quien me siento privilegiado de leerlo y de contar con su amistad. A Monsiváis le sonreí. A Saramago le dije que lo admiraba y que me permitiera abrazarlo. “Al contrario. Permítame abrazarlo”, me dijo. Les agradecí por sus sonrisas. Y me retiré a tomarme un rico café y a mirar la noche de la antigua ciudad de Jovel.

*
Me siento muy cerca de la obra de  Carlos Montemayor por los siguientes motivos. En 1999, cuando cursé la Maestría en Educación Indígena en la UNACH, el doctor Abraham León Trujillo, quien era coordinador del posgrado, me sugirió la lectura de las investigaciones  indígenas de Montemayor. Leí toda la colección de letras mayas contemporáneas que él coordinó con el apoyo del INI y de la Fundación Rockefeller.
En el año 2000, durante una visita que le hice a un investigador de la UNAM quien vive en San Cristóbal  me sorprendió encontrar ahí a Carlos Montemayor. Yo estaba muy emocionado. Le mencioné que soy lector de sus libros. Y le dije que estaba escribiendo mi tesis de posgrado sobre los zoques del volcán Chichonal y que  mi director de tesis era el doctor Laureano Reyes Gómez, hablante de mixe y zoque. Montemayor me sonrió y pidió que le enviara un ejemplar cuando estuviera como libro. En el 2009, la Unicach publicó mi documento recepcional de posgrado con el título “La fiesta del enojo. La tradición oral de los zoques de Chiapas”. Montemayor murió en febrero del 2010. El libro nunca llegó a sus manos. En nuestro encuentro casual en San Cristóbal, solo le pedí que me dejara abrazarlo. Eso llevo conmigo.

*
Como docente de la Facultad de Humanidades de la UNACH, me siento privilegiado que la Diosa Fortuna coloque su mirada en mi persona y me haya dado la posibilidad de charla brevemente con los tres escritores quienes se han despido de la vida, de  las voces, las miradas y ahora, de Chiapas, el eterno.