DE EL PERIQUILLO AL PERICAZO. UNA ENTREVISTA.

Por Enrique Hidalgo Mellanes
mellanes509@hotmail.com



La Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua, me envió el libro De El Periquillo al pericazo. Ensayos sobre literatura y cultura mexicana, del doctor en literatura Juan Carlos Ramírez-Pimienta, profesor e investigador en asuntos culturales, especializado en narcocorridos, en San Diego State University, Campus Imperial Valley, en Caléxico, Estados Unidos de Norteamérica. Esta publicación fue editada en año de 2006. Vía Internet charlé con el doctor Ramírez- Pimienta durante su estancia académica en Europa. Esta es una parte del dialogo.
El libro aludido es un recorrido por diez años de actividad crítica “mapea” muy bien el viaje que Juan Carlos Ramírez Pimienta ha hecho desplazándose de las literaturas a los estudios culturales. Es, de alguna manera, un viaje del centro a la periferia, a las fronteras de los estudios literarios y a las fronteras geográficas. La publicación se divide en dos partes: fronteras literarias y Fronteras geográficas y el México de afuera.

Dígame, por favor, ¿qué le seduce de la literatura? ¿A quiénes prefiere leer? ¿Qué libros le agradan?
De la literatura me seducen sus posibilidades infinitas. Todo puede suceder en una hoja o en una pantalla de una computadora. Esto se ha vuelto un lugar común pero hay una fuerte razón para que sea así: es verdad. La literatura no deja de sorprendernos. Cada cierto tiempo, por ejemplo, se predice, o aun, se anuncia, la muerte de la novela… y vuelve con más fuerza. En los años cincuentas del siglo pasado cuando en la Europa de la posguerra se declaraba ésto en América Latina se gestaba la generación de literatos más exitosa. Y luego llegó el boom de la literatura africana y así. Y en este ínterin los propios autores europeos y estadounidenses vuelven a probar que su arte no ha muerto.
Otra cosa que me parece increíble de la literatura, desde la esquina de la crítica, es que se le puede aproximar desde muchos angulados. Se puede hacer crítica desde la perspectiva del autor (teorías sicológicas) desde la perspectiva del lector (teorías de respuesta del lector), desde la sociología, la historia etc. Como lector, la literatura fue para mí la posibilidad de viajar a otras realidades y fantasías. Mi entorno familiar no era uno donde se leyera mucho. Mis padres no terminaron la primaria (aunque mi madre, Sara Pimienta, se dedicó a escribir poesía sus últimos años e incluso aparece en alguna antología de poetas jaliscienses).
De niño y joven leía prácticamente todo lo que caía en mis manos. Era el clásico adolecente que cuando me mandaban a pagar la luz llevaba un libro para leer mientras hacia cola y estaba siempre en la luna. Ahora leo mucha sociología, mucha historia, musicología, leo mucho sobre la violencia en México, leo a autores de policiaca. Entre otros autores, me gusta lo que escriben Juan José Rodríguez, Mauricio Carrera, Villoro. Disfruté mucho la más reciente novela de César Güemes, sobre Manuel Acuña.

Usted viaja constantemente, eso sospecho desde Chiapas ¿Cuáles son los vínculos entre sus viajes y sus investigaciones sobre literatura?
No viajo tanto. Hago, como todos, viajes en plan de trabajo y otros de placer, aunque a veces se mezclan las categorías. En relación a los viajes de investigación ahora gracias a las tecnologías se puede tener acceso a archivos distantes. Sin embargo, muchos de mis intereses de investigación tienen que ver con producciones culturales que pueden ser catalogadas como populares y que usualmente no son prioritarias para ser digitalizadas y a veces ni siquiera preservadas. Hacer investigación, por ejemplo, en el norte del país es muy difícil. No hubo por muchos años una tradición de preservar lo propio. Apenas ahora muchas bibliotecas consideran importante preservar lo local.
Cuando llego a un lugar me gusta averiguar qué se escribe ahí, quiénes escriben y sobre qué. Hace muchos años, cuando se podía viajar más seguramente por todo México sin temor a la violencia que hoy en día impera, recorrí muchas partes de la República donde recopilé muchas muestras de diferentes literaturas locales. México siempre ha sido un país centralista y lo que no se publica en el D.F. prácticamente no existe a no ser que uno mismo compre esos textos en las casas de cultura regionales o lugares así.

¿Por qué delimita usted sus investigaciones hacia las culturas de las fronteras?
He escrito e investigado sobre muchos temas culturales a lo largo de mi carrera. He escrito sobre literatura española medieval, sobre poesía latinoamericana, sobre poesía española de la posguerra, sobre cine mexicano de la época de oro etc. En los últimos años he dedicado mi intención hacia producciones culturales como el narcocorrido que me parece un tema muy importante de atender (puedo pensar en muy pocos temas más relevantes para la actualidad mexicana) pero que desgraciadamente ha sido estigmatizado y tratado de negar. No me cabe en la mente qué no se haga más investigación, desde todas las disciplinas, sobre temas como ese. Es necesario que más sicólogos traten de medir científicamente la influencia de las producciones culturales asociadas al narcotráfico en determinados individuos, en niños, en jóvenes ; que más antropólogos escriban sobre los cambios de la cultura del narco y tratar a aquellas culturas indígenas cuyas tierras han sido tomadas por los narco cultivos; que los sociólogos estudien el impacto de la violencia tanto en ciudades como Tijuana o Ciudad Juárez como en pequeños pueblos que hace tan sólo algunos años eran lugares tranquilos.
Mi interés por las producciones culturales marginales es precisamente porque han sido sistemáticamente ignoradas. Y no me refiero exclusivamente a producciones culturales de las fronteras geográficas. Mi tesis doctoral, por ejemplo, la hice sobre literatura fantástica mexicana de la posrevolución. Esta literatura no sólo no fue alentada sin que fue hostigada por los que propugnaban el realismo como el único camino artístico. Nombres como el de Diego Cañedo, Francisco Tario y Ana de Gómez Mayorga son, desgraciadamente, muy poco conocidos y eso va en detrimento de nuestra cultura literaria. La historiografía literaria tiene muchos huecos que deben ser llenados. Muchas injusticias se han hecho con literaturas marginales como la de ciencia ficción, la literatura gay y por supuesto las literaturas no escritas en español.
No descarto volver a hacer investigación de temas que son percibidos como centrales pero, por otra parte, si hablamos de identidades, lo norfronterizo se ha convertido ahora en lo representativo de lo mexicano. Si en los años cincuentas y sesentas del siglo pasado la esencia de lo mexicano eran el Centro y el Bajío con el mariachi y el tequila, ahora esa imagen se ha remplazado con la música norteña y la cerveza. Claro está que hablamos de construcciones, pero las coordenadas de lo “mexicano” pasan ahora por el norte y sus culturas.

Usted es autor del libro “De El periquillo al pericazo”. Aunque ud ya lo dice en prólogo pero quiero preguntarle ¿Cuáles son sus intereses particulares para unificar sus criterios y construir este libro?
En el libro quería “mapear” mi viaje a través de los estudios literarios y culturales mexicanos. Me daba cuenta que cada vez me deslizaba más del llamado canon literario hacia las producciones culturales marginales, por eso el título Del Periquillo al pericazo: Ensayos de literatura y cultura mexicana. El libro inicia con un ensayo dedicado a El Periquillo Sarniento, novela fundacional de las letras mexicanas y termina con un ensayo sobre narcocorrido.
Parecen temas muy distantes pero en todas mis inquietudes de investigación está la curiosidad por desvelar los mecanismos de creación de identidad presentes en las diferentes producciones culturales.

Me llama la atención lo que llama usted “…al pericazo”. El texto se inclina hacia el narcocorrido pero no se refiere a la posibilidad de existencia de la narrativa que aluda al narcotráfico ¿por qué?
La respuesta es muy simple. Al mismo tiempo que construía Del Periquillo al pericazo estaba coeditando (junto con Salvador Fernández) El norte y su frontera en la narrativa policiaca mexicana, un libro que versa en buena medida sobre narrativa con temática de narcotráfico.