CHIAPAS LLENA MI CORAZÓN: HERNÁN BECERRA PINO


Por Enrique Hidalgo Mellanes

Hernán Becerra Pino, candidato al Premio Chiapas 2010, nació Tapachula Chiapas. Egresado y actualmente docente en la UNAM. Realizó estudios doctorales en la Universidad de Toulouse–Le Mirail, Francia. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo José Pagés, en dos ocasiones, 1997 y 2005 en el género de entrevista. Miembro activo de la SOGEM. Autor de varios libros, de narrativa, periodismo cultural y poesía. Además colabora habitualmente en varios suplementos culturales y en revistas especializadas.

Su vida profesional y su corazón  siempre unidos con Chiapas han sido ejemplos para  el conocimiento del estado, de México y del mundo. Sus entrevistas, como parte de ese arte del diálogo directo y de la oralidad regional, son instrumento para traer la voz  y el sentimiento de los intelectuales. Esa es su aportación como chiapaneco para otros chiapanecos y chiapanecas.

El siguiente testimonio ocurrió en una oficina entre computadoras, periódicos, grabadoras y muchas voces durante el mes de noviembre de 2010, unos días de concluir su taller de narrativa en Tuxtla Gutiérrez.

La vida del escritor.
 A los 19 años de edad llegué a la Ciudad de México, por primera vez. Pero Chiapas es el lugar en donde yo nací. Yo tengo dos grandes amores: el lugar en donde nací y el lugar en donde trabajo sin olvidar el lugar de mi inicio vital. En la Ciudad de México estudié mi carrera y me desarrollé profesionalmente en varias instituciones educativas en la educación media superior.

En 1974 empecé a dar clases en el Instituto Chiapas en Tapachula. Desde hace ocho años doy clases en la Tec de Monterrey Ciudad de México y más de veinte años en la UNAM.

Me acerco a la literatura porque mi padre era un buen lector. Era médico. En las tardes él se ponía sus pantuflas, ropa cómoda y leía. Por imitación y al ver que él leía pues yo también leí. Teníamos a los clásicos. Empecé mi lectura con uno de los libros capitales: El Quijote de La Mancha. Mi padre lo había releído varias veces. Después me leo lo mejor de la literatura francesa: la Comedia humana, de Balzac.

Cuando yo era más joven fui a París. Ahí conocí la casa de Honorato de Balzac, cerca de la torre Eiffel. Estuve también el lugar en donde Balzac comía. Ahí me senté a comer los escargots, que son unos caracoles. Leí a los narradores rusos.

Cuando lees a los clásicos es como si leyeras mil libros. Te ahorras tiempo, quemas etapas. Por ejemplo, si lees a Fausto, de Goethe o la Divina  comedia, de Dante Alighieri. Otro de los clásicos es La Biblia.
 
Chiapas aparece en mi obra de manera natural. Empiezo a escribir, sin saber que escribo. Cuando me releo percibo que ahí está mi estado, Chiapas. Uno, por fortuna, nunca dejará de ser chiapaneco. Una maestra de ciencias políticas de la UNAM, en donde imparto clases, me dice que nunca he roto el cordón umbilical con Chiapas. Eso es lo que me identifica. Chiapas me da todo, me transforma y llena mi corazón.

He dicho en otras ocasiones que en el siglo XIX el país más bello del mundo fue justamente Nicaragua por sus dos grandes lagos, Managua y Nicaragua. Ahí hay hasta tiburones de agua dulce. Ahí hay una ciudad que se llama Granada. Es mágica porque tiene una arquitectura como de Nueva Orleans. Coincide con el boom del banano. Al igual que esa ciudad considero a Chiapas como el país más bello del mundo. No como un estado sino como un país.

Cuando sales de Chiapas y lo miras desde lejos sabes que tienes que regresar. He viajado por todo el mundo para conocer lo vital y necesario. Cuando estás en esos lugares valoras tu tierra como cuando estuve en París.

Algunos libros.
El baúl del tío Matías lo escribí en París y lo terminé en Toulouse, Francia. Esos cuentos ya los llevaba desde aquí, en mi conciencia, en mi corazón y los escribí con gran nostalgia. Quiero decirte que el que más se suicida en París es el mexicano. El Argentino está en la nostalgia queriendo regresar a Buenos Aires pero está escuchando tango y tomando vino. Pero el mexicano ese sí que sufre más la nostalgia.

Otro de los libro es México entrevistado. Este contiene una serie de entrevistas con grandes escritores de México. Ahí están los diálogos con Carlos Monsiváis, Víctor Hugo Rascón Banda, José Joaquín Blanco, José Agustín, Beatriz Espejo, Andrés de Luna, Rafael Ramírez Heredia y Leopoldo Zea.

Con el libro La palabra y la tinta me dan el Premio Nacional de Periodismo y son entrevistas que publiqué en La Jornada, en el suplemento dominical. El segundo Premio Nacional de Periodismo me lo dan por la entrevista que le hice a Leopoldo Zea. El Premio Nacional de Periodismo todo mundo lo gana una vez pero tanto Joaquín López Dóriga y yo, lo hemos ganado dos veces. Es como sacarse la lotería dos veces. Este premio lo dan los directores de periódicos y revistas.

En otro libro mío es Qué opinan los escritores chiapanecos del EZLN. En portada viene la foto de don Jaime Sabines. Ahí vienen dos entrevistas que le hice además de Eraclio Zepeda, Oscar Oliva, Juan Bañuelos, Elva Macías, Marco Aurelio Carballo, Enoch Cancino Casahonda, Fedro Guillén, Carlos Olmos, Andrés Fábregas Puig y más.


 Periodismo y literatura.
El periodismo tiene su belleza. Ahora te voy decir la diferencia. Cuando tú lees a Dostoievsky o a Tolstoi entras de una manera y sales de otra. Sales mas enriquecido. En cambio, cuando lees un reportaje de un periodista, por más bueno que sea el reportaje, simplemente sales mas informado. La literatura te cambia la vida, el periodismo te informa.

¿Dónde me siento más a gusto? Yo creo que en los dos. El periodismo me dio la oportunidad de entrevistar a grandes hombres como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Augusto Roa Bastos y al hombre más inteligente del mundo, Ernesto Sábato. Pero estoy triste, porque por poco entrevisto a Jorge Luis Borges. Y no lo logré. Supe de Borges cuatro días después que dio una conferencia en la UNAM.

¿Las entrevistas como una cuestión de suerte? El encuentro con Roa bastos no fue una cuestión de suerte sino de tesón. A él ya lo había leído desde que yo era un adolescente allá en Tapachula. Tuve que estudiar guaraní seis meses con la esposa de él para acercarme a él porque yo sabía que daba pocas entrevistas. Una de ellas la logré yo gracias a su esposa.

Te voy a decir una cosa, los críticos consideran que Elena Poniatowska es la mejor entrevistadora de México. Y los mismos críticos de la UNAM, de la Ibero, me han favorecido diciendo que yo soy el mejor entrevistador del país. Yo siempre he creído en la inteligencia de los demás.

La aportación hacia Chiapas.
¿Qué le he dado a Chiapas? Le he dado mis entrevistas. Son más de 500 publicadas en los periódicos y en las revistas. Pero tengo muchas más inéditas. Me he pasado la vida entrevistando a la gente que me ha dado todo.

En un camión guajolotero en Guatemala un sacerdote me platicó del clero más que los libros. Ernesto Sábato me dijo en la entrevista que le hice “mas vale platicar media hora con un sabio que toda una vida en una biblioteca”. Entonces mis grandes maestros son mis entrevistados. También le he dado a Chiapas mi obra literaria: El baúl del tío Matías, que ya lo platicamos; la novela La gran mentira y poesía Donde muere el caracol.