ME GUSTA CONSTRUIR IMÁGENES: ISAURA CONTRERAS, PREMIO DE NARRATIVA BREVE ROSARIO CASTELLANOS 2010.


Por Enrique Hidalgo Mellanes

Isaura Contreras Ríos es la ganadora del Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 2010 con la novela “Cosecha de verano”. Este premio fue convocado por el Coneculta Chiapas.  La ceremonia de premiación se realizará el día 7 de agosto, a las 19 horas, en el Auditorio Roberto Cordero Citalán, del Centro Cultural Rosario Castellanos, de Comitán de Domínguez, Chiapas.

Según el dictamen del jurado integrado por Hernán Lara Zavala, Mónica Lavín y Silvia Molina, decidió otorgar por unanimidad este premio a la novela indicada porque “con voz poderosa y original, un ritmo y un lenguaje persuasivos, narra una historia de pérdidas: la tierra, el abuelo, la inocencia”.

Isaura Contreras (1982) es originaria de El Varal, Abasolo, Guanajuato. Cursó la licenciatura en letras españolas en la Universidad de Guanajuato y la maestría en literatura latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En  el 2004 obtuvo la beca “jóvenes creadores” del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Guanajuato en  el área de novela.  Fue  beneficiaria del Programa de Residencias Artísticas entre México y Canadá, 2009. (FONCA-Centro Banff). Para realizar una estancia de escritura. Además de algunos cuentos  y ensayos académicos, aparecidos en revistas de circulación nacional, ha publicado la novela La casa al fin de los días (col. Anaquel. Universidad de Guanajuato, 2007).


Foto: Carlos Monroy


Platíqueme, por favor ¿Qué le seduce leer? ¿Cómo elige sus lecturas?
Habiendo estudiado literatura, he leído mucho  por obligación y, otro tanto,  por recomendación de amigos. Al final todo resulta estimulante  y esos libros me van conduciendo a otros, suscitando también  grandes descubrimientos. Fundamentalmente leo poesía y novela.  Y  entre todo lo que me cae  a las manos me inclino por aquella poesía que descubre un carácter narrativo, tanto como aquella narrativa dotada de un ritmo poético. Pienso, por ejemplo, en  autores como Cesare Pavese o Seamus Heaney,  por mencionar los que a últimas fechas he estado leyendo.

¿Qué acciones o que impulsos hacen que usted escriba narrativa?
Fue una forma que simplemente se me ha ido imponiendo, quizá por sentirme imposibilitada para escribir poesía. Pues,  en realidad, nunca me ha interesado contar historias como tal, un aspecto que se atribuye comúnmente a la narrativa. Me gusta, sobre todo, construir imágenes,  así que  situarme en la narrativa es  casi una  casualidad.

¿Cuáles son los temas que le invitan a ser narrados?
Hasta ahora solo he escrito de aquello que considero conocer  profundamente en un sentido afectivo. No tengo una gran imaginación y difícilmente podría construir universos enciclopédicos. Así que todo lo que escribo se reduce a aquello con lo que he tenido una experiencia directa: el campo, el entorno familiar,  el recuerdo, la infancia. Probablemente, cuando eso se agote, me veré en la necesidad de recurrir a otras “fuentes”.

La novela ganadora
Considerando que muchos de nosotros no hemos leído su novela ganadora. No está publicada. Nárreme, por favor, la historia de  “Cosecha de verano”.
La actividad de la cosecha busca ser como  un telón de fondo sobre el que se van tejiendo  historias incompletas que pasan vertiginosamente: el descubrimiento infantil de la amistad, la enfermedad de los abuelos, la locura de la tía,  el apego a la tierra, el deseo y frustración de un viaje. Todo eso visto bajo la perspectiva de una niña no tan niña.  

¿Bajo que circunstancias y técnicas narrativas usted escribió “Cosecha de verano”?
Comencé  Cosecha de verano hace tres años, casi accidentalmente. En aquel entonces yo estaba escribiendo una novela muy distinta, pues trataba de ponerme a prueba,  intentando lograr una narración bien estructurada y bien capitulada. Pero por un problema con la computadora,  de los que me pasan todo el tiempo, perdí los tres capítulos que ya tenía. Entones, luego de la frustración, como en un impulso, y sin parar, comencé a escribir Cosecha, y  en muy poco tiempo  prácticamente la concluí. Pero tardé más de dos años en corregirla pues además de que era un trabajo inconstante –dadas mis ocupaciones escolares.  También se me volvió una obsesión el problema del ritmo. Yo quería construir un ritmo casi poético y  en ese pulimento de frases, gran parte de lo escrito fue eliminado. Así que la novela  se convirtió en una sucesión de imágenes y fragmentos, cuyas historias se dibujan a partir de los silencios y los espacios vacíos.

Pronto usted vendrá a Chiapas. ¿Cuáles son sus emociones mientras llega a Chiapas? ¿Qué siente antes de llegar a Balún Canán, Comitán, la tierra de Rosario Castellanos?
Sin lugar a  dudas una gran alegría. Hace seis  años que estuve en Chiapas, viajando con unos amigos de “mochilazo”,  jamás me imaginé volver en estas circunstancias. En aquel tiempo fue la fascinación por la naturaleza y  por la aventura. Ahora es también el  reencuentro con su literatura.